sábado, 6 de septiembre de 2014

Carta abierta a Ada Colau



Estimada Sra. Colau:

He seguido siempre con mucho interés sus declaraciones, especialmente desde el momento en que Vd. ha pasado de ser la voz de un movimiento ciudadano a liderar una opción política. Y debo decirle que encuentro especialmente desafortunados sus comentarios a favor de la independencia de Catalunya. 

Estoy seguro que Vd. no toma partido por la independencia por el afán de conseguir unos cuantos votos más, ni tampoco con el de facilitar una coalición de partidos lo más amplia posible. Renuncio a creer que su decisión se basa en el mero cálculo de resultados electorales. Creo sinceramente que no está Vd. en política para “pillar poltrona y coche oficial” sino para dar voz en las instituciones al colectivo por el que lleva luchando varios años.

Por tanto, deseo presentarle mis argumentos en contra de la Indepedencia, para que Vd. los evalúe y, quien sabe, quizás pueda llegar a reconsiderar su decisión.


Historia:

La independencia de Catalunya, creando un nuevo estado cuyo territorio fuese el correspondiente al de la autonomía catalana no tiene ningún precedente histórico. El territorio formado por la unión de Barcelona, Tarragona, Lleida y Girona nunca fué estado. Nunca. Busque Vd un mapa internacionalmente aceptado que represente un estado (bajo el concepto  moderno o medieval de estado, me da igual) con esa delimitación. No lo encontrará.

Mas aún, si busca Vd un acuerdo internacional suscrito en el pasado entre Catalunya y otro estado del mundo en plano de igualdad entre estados lo tendrá muy difícil. Lo más parecido que podrá encontrar Vd. es la entrega de Catalunya a Francia por parte de la Generalitat de Pau Clarís en Enero de 1640.

Le invito a Vd. a que busque otro acuerdo internacional más. Me temo que no lo hay. Y esto es así porque Catalunya no fue nunca un estado. En nombre de la historia, se exige hoy algo que nunca antes existió.


Expolio Fiscal:

No creo necesario argumentar en exceso con Vd sobre este punto. Creo que convendrá conmigo en que, en un estado moderno y democrático, el que más tiene debe pagar más impuestos. 

Defender esa postura a título individual pero estar en contra de ella como comunidad me parece extraño. Permítame decirlo abiertamente: me parece profundamente hipócrita, especialmente proviniendo de una postura política de izquierdas.

Pero le diré aún más. El cacareado expolio fiscal es mentira. 

El principal mecanismo utilizado por los economistas independentistas para llegar a la suma de 16 mil millones de déficit fiscal es la llamada “neutralización”. No sé si ha tenido ocasión de analizar esta componente del argumentario independentista. Si no es así, permítame que se la explique.

El dinero que vuelve a un territorio desde la administración central tiene dos orígenes: los impuestos recaudados por el estado y el dinero que el estado pide prestado (la famosa deuda pública). Los economistas independentistas sostienen que si se compara solamente los impuestos pagados con el dinero recibido, se comete un error. Se estaría recibiendo dinero “en exceso” ya que una parte “extra” de lo recibido no proviene de los impuestos pagados sino del crédito que el estado ha conseguido. Para poder comparar “peras con peras” se necesitaría hacer una corrección. Y aquí viene la trampa.

Los economistas independentistas consideran que se debe partir de que todo el dinero fuese originado solo con impuestos. Como eso no es así, calculan la parte proporcional extra de impuestos que cada territorio habría tenido que pagar para que el estado pudiese gastar lo que gasta sin necesidad de pedir ningún crédito. Esto es la neutralización.

Para ello, calculan una cantidad FICTICIA de impuestos catalanes que, sumados a los realmente pagados, comparan como un todo con el dinero recibido del estado. Sin entrar a debatir si eso es correcto o no, podrían haber hecho lo contrario. Es decir: calcular qué parte de lo recibido proviene de impuestos, qué otra parte viene de crédito y entonces comparar solamente la porción de impuestos pagados que es retornada a los territorios. Pero es que entonces el déficit fiscal, el cacareado “expoli” sería muy pequeñito. Y esto no interesa. 

Pero es que encima no todos los economistas están a favor de que esa "neutralización" sea correcta. Se lo explicaré mejor con un ejemplo: Si vd. gana al año 30000 euros y para comprase un piso consigue un crédito de 100000 euros, ¿cuanto dinero ha ganado ese año? Vd. y yo lo tenemos muy claro: 30000 euros. Los economistas independentistas defienden que Vd ganó 130000 euros ese año. Prepárese a pagar impuestos en consecuencia....


Democracia o la voluntad del pueblo en conflicto con la ley en vigor:

Dice Vd. que nada hay más democrático que votar. Estoy total y absolutamente de acuerdo con vd., pero siempre y  cuando estemos hablando de votar bien.  

Conviene recordar que Catalunya ya ha votado a favor de formar parte de España. Lo hizo el 6 de diciembre de 1978. Fue a votar el 68% de la población. El 90% de los catalanes votaron a favor, el 5% votó en contra. 

Se argumenta que gran parte de la población de hoy no votó en aquella ocasión. Tampoco creo yo que quede ningún votante vivo de la constitución americana (1787) y no por ello pone nadie en duda su validez. 

Pero queremos votar otra vez. Pues muy bien: eso implica que voten todos los afectados. En una comunidad de vecinos no se pone una antena tan solo porque los vecinos del ático estén a favor, sin preguntar al resto de la comunidad. (Ni al contrario !)

Sra. Colau: si se quiere modificar la frontera de España se le debe pedir opinión a toda España.

¿Se imagina Vd. que los socios del palco del Nou Camp votasen, ellos solos, para secesionarse del FC Barcelona, quedándose en propiedad con el palco? ¿Por qué si eso se plantea así parece ridículo, pero en cambio si se plantea a nivel de Catalunya se considera  legítimo?

Le ahorro mis comentarios respecto a permitir el voto a los niños de 16 años y ciudadanos que vivan en Catalunya desde hace más de 5 años, tengan la nacionalidad que tengan. Quien considere que la opinión de un ciudadano de Benicarló o de Fraga en este asunto no es relevante pero en cambio la de un joven sueco, rumano, italiano o magrebí con una edad de 16 años y un día sí lo es, se describe a sí mismo.


¿A quien beneficia la independencia?

No le haré ningún profundo análisis económico. Sólo una pincelada: O nos convertimos en un país pequeño dentro de la UE, o bien salimos de la UE.

Dentro de la UE, el tamaño importa. Si no me cree, pregunte en Chipre o en Grecia. (Achtung: Grecia tiene una población y un PIB similar al de Catalunya). Si no eres “Too big to fail” te dejan caer. Yo no quiero vivir en una Catalunya asi. 

Fuera de la UE... pues eso: hace mucho frio.

O sea que la perspectiva económica tampoco es favorable a una hipotética independencia de Catalunya.

Entonces, si la historia real no lo respalda, si el supuesto expolio fiscal no es más que la aplicación del sentido común (quien tiene más paga más) exagerado por la lupa independentista, si lo que se pretende es una aplicación torticera del concepto democracia... ¿todo esto, por qué y para qué? ¿Quien gana con la Independencia de Catalunya? Esta es la gran pregunta.

Hay muchas explicaciones, tantas como grupos partidarios de la independencia. Como Vd. sabe muy bien, los partidos favorables a la independencia no son para nada un grupo homogéneo. Desde el socialismo quasi revolucionario de la CUP hasta el capitalismo salvaje de CiU (no hablaré del 3% aquí, no  es necesario), pasando por el ansia de poder de ERC, cada quien se ha subido al barco de la independencia con explicaciones muy distintas, a veces incluso antagónicas.

Al final es la misma historia de siempre. Todos quieren mandar. Todos hablan de regeneración democrática, pero todos persiguen el viejo objetivo de todo político que se precie: “quítate tu pa ponerme yo”.

Sra. Colau: ¿de verdad que los independentistas son sus mejores compañeros de viaje?

Me despido con un refrán: dime con quien andas y te diré quien eres. Tenga mucho cuidado con las malas compañías.

Un saludo afectuoso de alguien que le quiere bien.



Juan Caminante